MUSEO DE ROMA ABRE EXPOSICIÓN DONDE EL ARTE SE PUEDE TOCAR

Sentir con las manos las obras de grandes maestros como Caravaggio o Rafael, comprender los matices y descubrir detalles de sus obras con el tacto y no la vista es lo que propone la muestra “Contatto” (“Contacto”), que se celebra en Roma.

“Se pueden tocar con las manos pinturas que normalmente solo se ven y que ahora hemos realizado en relieves bidimensionales para brindar la posibilidad de tocar los personajes, los paisajes y cualquier otro elemento que se encuentre en los cuadros”, explica Chiara Di Pillo, voluntaria del Servicio Civil de Roma y una de las guías de la exposición, en una entrevista con EFE.

La muestra, que se celebra en el Museo de Roma de la céntrica Plaza Navona hasta el 1 de octubre, invita a los amantes del arte a vivir una experiencia táctil muy original para sumergirse en el mundo de la pintura de una forma diferente.

Cuatro son las obras que la componen: La Magdalena penitente (habitualmente expuesta en la galería romana Doria Pamphili) y La Virgen de los peregrinos, ambas de Caravaggio; El Profeta Isaías, de Rafael (que junto con la anterior está expuesta en la iglesia romana de San Agostino), y Lamento sobre el Cristo muerto, de Correggio (Galería Nacional de Parma).

Cada una de estas cuatro joyas, tres óleos sobre lienzo y un fresco, ha sido reproducida en tres superficies en relieve, que a su vez están colocadas a tres alturas diferentes para que puedan ser palpadas tanto por adultos como por niños.

La idea inicial de esta exposición, comisariada por Federico De Martino y Fulvia Strano, fue otorgar a las personas ciegas la oportunidad de disfrutar en primera persona de estos cuadros, pero esa intención se hizo más amplia y ha acabado permitiendo a todos, videntes y no videntes, palpar el arte.

“Los videntes también descubren un sentido (el tacto) al que normalmente se le da menos importancia cuando se habla de arte que a la vista, que es el sentido predominante”, relata Di Pillo.

Nada más entrar en la exposición, una guía entrega al visitante una venda que se deberá colocar en los ojos y mantener durante todo el itinerario hasta el final, cuando podrá ver la obra que ha palpado en unas imágenes que reproducen la original.

Pero antes, será conducido frente a las reproducciones en relieve de los distintos cuadros e invitado a acariciar las líneas del marco para comprender las dimensiones de la obra que tiene delante.

Una frase en braille que podrá recorrer con sus dedos y que será leída por la guía que le acompaña le indicará el título del cuadro, el nombre del autor y la fecha en la que fue pintada.

Después, lentamente y haciendo gala de un cierto esfuerzo de imaginación, se irá acercando a la comprensión de cada uno de los cuadros, rozando las siluetas de los personajes, los pliegues de sus ropajes, las rugosidades de sus cabellos o la tersura de sus rostros.

La experiencia requiere paciencia, deleitarse sin prisas en cada milímetro que recorren los dedos para poder advertir todo tipo de sensaciones y finalmente lograr “ver” con las manos.

Los cuadros carecen de colores, pues estos no se pueden ver, pero en la superficie blanca se alternan texturas diversas: rugosas, lisas, suaves, ásperas, y relieves de distinta altura.

“Los niños son los visitantes más entusiastas. (…) Se divierten mucho porque lo toman un poco como un juego y tratan de adivinar los distintos elementos” que tienen delante, cuenta Di Pillo.

La exposición ha sido ideada por el profesor Carmelo Occhipinti, de la Universidad romana Tor Vergata, organizada por Zètema Progetto Cultura y está auspiciada, entre otros, por el Ministerio de Educación de Italia.

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