LAS RUEDAS DEL TRICICLO

Tres pies le buscan al gato quienes complican las cosas de manera poco inteligente; triángulo amoroso es la materia de las películas francesas, pues ya lo dijo Sacha Guitry; es tan pesado el matrimonio, como para necesitar, a menudo, tres para llevarlo. Tripodología felina; le llama Umberto Eco al extraño método, del principio de estas líneas y Frente Ciudadano por México le dicen los dirigentes de tres partidos tan diversos como históricamente enfrentados, al intento de frenar, por un lado al Revolucionario PRI, cuyo movimiento social se debería festejar hoy, pero no hay nadie para hacerlo, y el Morenismo combativo cuyo dirigente tomó alguna vez la ciudad de México en sitio cívico –dijo él–, para protestar airado y furibundo por el despojo electoral de la presidencia de la república, cosa grave pero no tan grave como para mirar hoy a los panistas de la mano con los perredistas de entonces y algunos más.

Pero, en fin, valga el enorme párrafo anterior para sentar una idea: el frente es un triángulo, un trípode, un banco de tres patas, un triciclo, en el cual dos de esos elementos sustantivos –PAN y MC–, han llegado a una decisión interna para convertir lo ciudadano en electoral, pero el otro –PRD–, se muestra rejego a soltarle su respaldo a un candidato de aquello alguna vez llamado “la derecha reaccionaria, clerical y conservadora, por lo cual no han llegado a solución alguna pues aquí no se trata de conocer los avances democráticos de los partidos en alianza, como ofrecen los engañabobos, sino de encaramarse en la silla presidencial y tomar y ejercer el poder como Dios les dé a entender, pero siempre en pos de los beneficios del mando nacional, pues para eso se usa el presidencialismo imperante, el cual no se va a modificar únicamente por una alianza, una coalición o como se le llame, cuya finalidad es mandar mientras otros obedecen.

El presidencialismo se cambiara cuando se modifique la forma de gobierno, ya sea mediante un régimen parlamentario, semi parlamentario; monárquico o de cualquier otra forma, pero no cuando se quieran subir tres a la silla cuando solamente cabe uno y muy difícil resulta decidir quién pone al dirigente en la cima del mando.

Nunca llegan dos a la punta del palo encebado (sin albur) ni tiene dos premios mayores la Lotería Nacional.

Ricardo Anaya, en exhibición plena de su dominio sobre el Partido Acción Nacional, hace cuanto en gana le viene dentro de las filas azules y logra la autorización de su consejo para ir en alianza electoral con los demás frentistas.

Lo mismo sucede con Dante Delgado quien en su organización, alguna vez convergente, decide y ordena con la misma facilidad como un ama de casa cambia de lugar los sillones de la sala o el color de las paredes. En un partido de mando único, de presidencialismo democrático. Ahí sólo suena el tronido de sus chicharrones.

Pero en el PRD se ha atorado este debate. Alejandra Barrales ha dicho con claridad: no a una consulta abierta para decidir quién debe ser el candidato frentista a la presidencia y por extensión, es obvio, a la jefatura de Gobierno, la cual es su sueño largamente acariciado desde hace un sexenio cuando compitió contra Miguel Ángel Mancera y salió de la batalla con el premio consolador (tampoco es albur) de una senaduría y después un cargo dentro el gobierno de la ciudad de México. Secretaria de Educación. Y luego dirigente del PRTD con una velada promesa, tal y como en aquel anuncio de TV se miraba, con el hombre frente a sus dominios y la promesa a su hijo: algún día todo esto será tuyo.

–¿Y la jefatura, apá?

Pero dentro del PRD hay otros puntos de vista, diferentes para doña Alejandra, cuya esbeltez ya preocupa a quienes la ven caminar por la ruta de la anorexia.

Héctor Serrano, uno de los hombres más influyentes en el “mancerismo” (cuando aquella crisis cardiaca del jefe de Gobierno, ya se probaba el traje de jefe), insinúa la posibilidad de salirse del frente negando tal posibilidad, pero dejando muy en claro en la reunión del Consejo, la necesidad de seleccionar al candidato con respeto al tamaño y peso del PRD; no al revés, en favor obviamente de Ricardo Anaya.

Y lo mismo dice el senador Luis Sánchez quien mira en estos tejes y manejes una deliberada ruta para llevar a la cima a Ricardo Anaya; quien queda instalado en el blanco de todos los temores y en el objetivo de todas las reservas y desconfianzas, ya sea de la Alternativa Democrática Nacional o la Nueva Izquierda; corrientes dominantes en el campo crítico del PRD el cual, por muy mermado como esté, sigue siendo pieza fundamental para el logro de la alianza combativa.

Lo visible ahora es un triciclo sin una rueda. Al menos por ahora.

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