El Salvador, Sumatra y México.

POR Ayari Velázquez

Un joven entró a la librería donde suelo impartir taller los sábados, lo primero que hice cuando escuché el acento sudamericano fue agarrar el celular ya que estaba muy expuesto, mis alumnos también acercaron discretamente sus bolsas y mochilas, sin quitarle la mirada a sus escritos. Pensé que diría el ya conocido discurso de lo mal que la han pasado en la travesía con la caravana migrante, que en sus países no tienen para vivir, que hacen su lucha para llegar a Estados Unidos, que si no tienes una ayuda que les brindes para comer, para un agua, que siempre no reciben comida ni agua solo dinero… Y entonces de su boca salió:

  • ¿Ésta librería es como la que está en el centro?
  • Mmm no – respondió Lalo que al mirarlo entendí que yo no había sido la única que le había dado una supuesta nacionalidad y ocupación al joven.
  • Es que estoy buscando un libro, se llama La Gran Rata de Sumatra es de Sid Fleischman. Lo había pedido en la librería del centro, les di el 30% que me pidieron por anticipado y no llega y pues yo lo necesito.

Hubo un ligero silencio, me imagino que por un momento las mentes de todos coincidieron, nos sentimos avergonzados de todos los actos preventivos y miramos a discreción al personaje: Un joven de no más de 25 años, calzaba unos guaraches muy gastados, sus tobillos cenizos y curtidos tal vez por el clima del infierno de ésta la ciudad maldita del semidesierto, tal vez por la larga travesía, tal vez ambas situaciones. Cargaba una mochila roja, percudida que tenía una banderita de El Salvador tejida como un parche.

Lalo salió de su trinchera y le mostró el libro.

  • ¡Mira que si lo tienes! ¿Cuánto cuesta?
  • Cuesta $320.00 – dijo Lalo con voz baja y mirada melancólica, suponiendo lo que todos suponíamos una vez más. No podría comprarlo.

Sin dirigir palabra nos miramos y comenzamos a buscar en nuestras carteras. Y nuestro pensamiento supuesto fue interrumpido una vez más, por el joven buscador de Sumatra.

  • Perfecto aquí tienes – dijo pagándole a Lalo los exactos $320.00 – ¡No sabes lo feliz que me hace Fleischman! Me toca ser Náufrago en este nuevo barco llamado México. ¡Gracias!

Salió de la librería y escribí el relato.

 

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