Mala leche; ignorancia y distorsión

por Rafael Cardona

En un diario de cuyo nombre, cervantinamente, no quiero acordarme, aparecieron ayer —entre otros—, dos monumentos a la mala leche.
Uno de ellos relacionado con la correspondencia de un brindis en la Plaza México, donde el matador José Mauricio le brindó un toro al dirigente sindical ferrocarrilero, Víctor Flores, quien le correspondió con un rollo de billetes, ostentosa y groseramente exhibido, pero sin responsabilidad ninguna del torero.

El encabezado, “Paga la faena”, debajo de una fotografía del líder en el momento de lanzar los billetes al ruedo, sugiere una extraña complicidad inexistente o una relación de patronazgo también imaginaria.

Para esa tarde no fue necesario ni siquiera pagar los toros porque los ganaderos donaron sus ejemplares para una corrida de beneficio a la Asociación Nacional de Matadores (para gastos hospitalarios y de atención a los menos afortunados en el gremio de los coletudos). Los diestros tampoco cobraron por sus faenas.

Sin embargo corresponder el brindis es algo habitual. Cualquiera, con los mínimos conocimientos taurinos sabe, por ejemplo, el significado de una oreja cortada al toro del triunfo. Era antiguamente la contraseña para entregarle al torero exitoso (cuando no se profesionalizaba todavía esa actividad), la carne del animal. Era su pago.

Y en cuanto a lanzarle la montera a quien se le brinda o dedica la muerte (y el riesgo) del toro, es una especie de convenio. Las monteras en muchos casos cuentan con doble forro, precisamente para introducir ahí el dinero o el obsequio con el cual ser quiere corresponder la distinción. A veces se ofrece un banquete.

Cuando el brindis se le hace a una mujer, algunas damas ofrecen una reciprocidad indigna de mencionar en los tiempos del feminismo.
Es conocida la historia de cómo Rodolfo Gaona, el pontífice del toreo mexicano, se vio obligado a brindarle un toro a Victoriano Huerta.

También le había brindado a Madero, quien a cambio le regaló un reloj dorado. Victoriano le puso en la montera un “Centenario” de oro, el cual Gaona les regaló a sus subalternos, quienes, al parecer, se lo rifaron.

Carlos Arruza, en Francia, le brindó un toro a Picasso y éste le devolvió la montera y además un dibujo tamaño carta, de un banderillero con alas de ángel. Hay demasiadas historias como para atribuirle al “villamelonismo”, el motivo de la mala leche.

El segundo monumento a la “ímproba late”, es un mal disimulado lagoteo al fiscal general de la República, el señor don Alejandro Gertz Manero. En la nota principal de la edición de ayer, habla con tonos de eco del avión adquirido por la desaparecida PGR, como si hubiera sido de caprichoso uso exclusivo del entonces procurador Jesús Murillo Karam, quien —es un hecho—, ha sido el único procurador bajo cuya gestión disminuyeron los delitos en este país.

La información refiere el proceso en contra de Aracely Gómez Molano, quien se desempeñaba como Oficial Mayor (oficiala mayora, dirían los mamilas), y previa autorización de la Secretarías de la Función Pública y Hacienda, tramitó la compra del avión Bombardier Challenge CL-600, actualmente en uso en la Fiscalía General de la República.

La información relata la vinculación a proceso de la Oficial Mayor (falsamente presentada, como se suele hacer con la delincuencia organizada) como “operadora financiera ” del exprocurador, cuando en realidad tenía una responsabilidad pública, sujeta a normatividad, como responsable de la Oficialía Mayor, cargo formal dentro de la estructura del gobierno, por lo cual habría estado impedida de adquirir una aeronave “para uso personal” de nadie.

El avión fue adquirido cuando el anterior se vino abajo (murieron seis agentes) y se pagó con el dinero presupuestado la renta de otros aparatos.

En la primera nota, la de la torería, el diario sin nombre prolonga su campaña antisindicalista y desde hace tiempo enfocada en golpear a Flores (quien de seguro se lo merece), con un pretexto baladí sobre lo ocurrido en una fiesta.

Y en el segundo, le tira un capotazo a Gertz quien no pasaba por su mejor momento (al menos ante las muchas feministas del país), y anteayer se vio obligado a desmentir sus problemas de salud y su cercanía con la renuncia o el cese; por muy autónomo que se diga.

Y el periódico, le hace el quite. Por cierto, cuando Gertz dice sobre su iniciativa de recalificar el “feminicidio” para conseguir protección para las víctimas resulta imposible: están muertas.

No se les pudo proteger. Por eso están difuntas.

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