Retratan la vida en los leprosarios

Redacción

“Verdecruz o los últimos lazaretos” es una obra de teatro que fue creada para presentarse sobre un escenario, pero la pandemia de Covid-19 detuvo el proceso de montaje. Los artistas, liderados por el director de escena Mario Espinosa,  pensaron en la posibilidad de suspender, pero una obra que fue creada a partir de testimonios reales de ex enfermos de lepra o enfermedad de Hansen, que cuentan sobre el aislamiento que sufrieron, sobre el rechazo familiar y social, y sobre cómo fueron obligados al abandono, se tenía que contar en un momento en que nuestra sociedad está en confinamiento y está experimentando en carne propia una biopolítica de aislamiento sanitario.

Con la voluntad firme de contar las historias de los ex enfermos de lepra, el equipo creativo se replanteó todo el proceso, primero optaron por usar un programa de videoconferencias, cuyo uso se ha vuelto ya una cotidianidad para millones de personas, pero Espinosa consideró que en definitiva no era una herramienta con flexibilidad para realizar un trabajo artístico.

Así que armó un equipo creativo, idearon estrategias estéticas, visuales y sanitarias, tomaron la cámara y se lanzaron a las casas de cada uno de los actores para grabar en sus espacios íntimos. El resultado fue un working progress estrenado hace unos días en el marco El Aleph. Festival de Arte y Ciencia, de la UNAM. No es un documental, no es teatro documental, no es teatro, no es cine, es, dice Mario Espinosa, “un híbrido”. Y es, sobre todo, un trabajo artístico poderoso y conmovedor.

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“Hablar de los enfermos en los leprosarios y de todo lo que padecieron durante un siglo es muy importante, pero se volvió todavía más importante hablar de ellos en un momento en el que nosotros estamos en un ejercicio de biopolítica, por supuesto completamente diferente, pero que ahora mismo podemos identificar con mayor fuerza y poder. Ahora es cuando teníamos que contar estas historias y nos escapamos con la careta, el cubrebocas, con el gel, y nos fuimos con muy poca gente a grabar, no te puedo decir cuántas veces nos lavamos las manos”, cuenta Espinosa en entrevista.

La enfermedad de Hansen y el Covid-19 son, claramente, enfermedades completamente distintas. Sin embargo, dice, Espinosa, hay un paralelismo que se pueden identificar y es que hay una instrucción del Estado sobre cómo deben ser atendidas. “En este momento seguimos en confinamiento, pero a partir del 1 de junio habrá otros sectores que podrán salir a trabajar, otros más podrán seguir en casa y muchos más tendrán que salir aunque sea peligroso y esto es biopolítica, es como si pareciera que la vida de unos es más importante que la de otros”.

Y añade: “El enfermo de lepra era socialmente muerto, se le aísla, se le quitan sus derechos, ¿quién dice que esa vida no vale? La filósofa Judith Butler habla de la vida vivible, en este sentido la vida de los enfermos podría decirse que no es vivible, porque están confinados, son maltratados, no pueden tener hijos, no pueden enamorarse, pero ellos mismos la hacen vivible porque el ansia por vivir es más grande. Si hablamos de Covid-19, las personas podrán en riesgo su vida para seguir viviendo”.

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Nuestra sociedad ha visto intentos de linchamiento al personal médico, ha visto agresiones a médicos y enfermeras, ha tenido noticias de pobladores en Chiapas que atacaron un hospital y unas oficinas. Son respuestas ante lo que la gente ve como amenaza. “Estas realidades que hoy vemos no son distintas a las que se daban con los enfermos de lepra. Es paradójico que hoy se vea como amenaza a un médico que salva vidas, pero es así. En Colombia, un pueblo descubrió que había una casa con personas con lepra, así que la gente intentó quemarlos, entonces el ejército los tuvo que aislar y llevárselos a Agua de Dios, así se fundó ese leprosario”.

 “No teníamos mucha libertad”

“La comida la recibíamos por una reja, una reja que tenía malla, no veíamos a los que no la llevaban, sólo no la pasaban y ya”.  “Aquí se lloraban lágrimas de sangre porque no se soportaba la soledad, el abandono y la humillación”.  “No teníamos mucha libertad”. “Descubrieron que yo tenía lepra y me suspendieron de la escuela”. “No sabía ni qué era lo que me estaba sucediendo, era un niño de nueve años”.

Lo anterior son algunas de las frases e historias que cobran vida a través del joven elenco de actores egresados del CUT, Sebastián Cobos, María Kemp, Sandra Cecilia, Sabrina Tenopala, Andrés Tirado y José Juan Sánchez, a partir de la técnica Verbatim,  diseñada por Alecky Blythe, que consiste en la reproducción exacta de las palabras, tonos, ritmos, pausas y acentos de quienes previamente han dado sus testimonios.

“Mucha gente considera que es repetir lo que otros están diciendo, si fuera así no tendría chiste, el punto es que el actor se deje invadir por la voz. La técnica consiste en que los actores hablan medio segundo después de la voz que están escuchando, no pueden aprender el texto de memoria, porque con la memoria el actor puede hacer su propia interpretación. Es paradójico, con esta técnica deben interpretar sin interpretar”, dice Espinosa.

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Así, cada uno de los actores que interpretan a hombres y mujeres ex enfermos de lepa, la mayoría adultos mayores, así como investigadores y doctores, aparecen en la escena con grandes audífonos con los que pueden escuchar los testimonios.

“El formato es distinto, pero las premisas siguen siendo teatrales, por ejemplo, los actores aparecen con los audífonos, interpretan a varios personajes sin mediar explicación. Sin embargo, hay un lenguaje multimedia, los espacios, la música. Todo esto es nuevo para mí, pero siempre es bueno hacer cosas nuevas.  Trasladarlo a la escena será un problema, pero es un problema que quiero resolver, tendrá que ser más teatral pero no quisiera perder lo multimedia. Quizá podríamos presentarlo en octubre, dependerá de lo que nos diga la UNAM”.

“Verdecruz o los últimos lazaretos” de Ingrid Bravo, está basada en el libro “Nuestra historia no es mentira”, de Beatriz Miranda, así como en una serie de entrevistas a ex enfermos, realizadas en Colombia por Mario Espinosa, en el municipio Agua de Dios que durante muchos años funcionó como un leprosario.

“Beatriz es increíble, ella trabaja con algo que llama ‘investigación participativa’. En Tailandia entrenó a enfermos de lepra para ser investigadores de su propia enfermedad y de su propia población. En Ecuador, su país de origen, hizo lo mismo. Ella me pasó sus grabaciones, un tesoro enorme, también me conectó con los investigadores que me llevaron a Agua de Dios, su generosidad ha sido enorme y su gran motivación es que nada de esto se vuelva a repetir; también estoy muy agradecido con los investigadores colombianos. Ella me contó que varios familiares de los ex enfermos que aparecen, estaban muy conmovidos, uno incluso pensó que la voz de su papá era idéntica a la que interpretó el actor”, cuenta Mario.

La mayoría de los ex enfermos fueron recopilados por las investigaciones de Miranda en Verdecruz, que actualmente se conoce como el leprocomio Gonzalo González; excepto uno, quien fue entrevistado por el propio Espinosa en Colombia.

El working progress contó con la producción de Vania Sauer; la asesoría de Beatriz Miranda Galarzas y Gloria Carrasco; fotografía y edición, de Ernesto Madrigal; música de Cristóbal Maryán; escenografía y vestuario de Natalia Sedano; edición de audio de Andrés Tirado; diseño de movimiento de Marcela Aguilar; registro de dirección de Sabrina Tenopla; y la producción de Teatro UNAM, Cornamusa y el Instituto de Estudios Críticos 17. 

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