Redescubiertos dos fragmentos del meteorito que cayó cerca de Terrassa en 1704

Redacción

El 25 de diciembre, día de Navidad de 1704, a las 5 de la tarde un fenómeno totalmente inesperado irrumpió en la calma del atardecer. Una enorme y estridente bola de fuego cayó del cielo atravesando el firmamento y causando gran alarma entre la población.

El que se conoce como meteorito de Barcelona, que se pudo observar desde Marsella hasta Barcelona, cayó, según diversos testigos, en las inmediaciones de Terrassa (Catalunya, España) y, hasta hoy, se creía que no se había preservado ningún fragmento.

Pero ahora un estudio, liderado por el investigador Jordi Llorca de la Universidad Politécnica de Cataluña y publicado en la revista Meteoritics and Planetary Science, da a conocer el hallazgo de dos fragmentos de esta roca extraterrestre. Habían pasado inadvertidos durante tres siglos entre las colecciones del gabinete de curiosidades de la familia Salvador, de la que formaron parte boticarios y botánicos catalanes.

La investigación, centralizada en el Museu de Ciències Naturals de Barcelona, ha recopilado una veintena de documentos históricos que no solo dejan constancia de la caída del meteorito si no que constituyen un valioso testimonio del origen divino que se atribuía a estos fragmentos en época moderna.

El meteorito de Barcelona, que cayó un día tan emblemático como el día de Navidad y durante la Guerra de Sucesión, dio lugar a numerosas predicciones y supersticiones. Los dos bandos de la guerra lo utilizaron con objetivos propagandísticos.

Los partidarios del Archiduque Carlos de Austria lo interpretaron como una señal de Dios a su favor, mientras que los partidarios de Felipe V lo consideraron una advertencia a los catalanes por la usurpación de la casa de Austria.

El nuevo estudio contiene una descripción petrográfica y geoquímica que ha revelado que los fragmentos, constituidos mayoritariamente por silicatos y pequeñas partículas metálica, corresponden a una condrita ordinaria, de lo cual se desprende que el meteorito proviene de un asteroide primitivo entre las órbitas de Marte y Júpiter.

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Los dos fragmentos del meteorito que cayó cerca de Tarrasa (Barcelona) localizados en la colección Salvador. (Foto: UPC)

El meteorito es el séptimo más antiguo que se conserva en todo el mundo y el tercero más antiguo en Europa. Para su análisis se han utilizado técnicas avanzadas de tomografía de rayos X, microscopía electrónica y microsonda electrónica.

Los autores han comparado los restos de este meteorito con los de otros cuatro caídos o encontrados en Cataluña (caídos los de Nulles-Alt Camp en 1851 y Cañellas- Garraf en 1861, y encontrados los de Girona en 1899 y Garraf en 1905). Los resultados concluyen claramente que ninguna de estas piezas pueden ser confundidas con el meteorito de 1704.

Sus dos fragmentos, de 50 y 34 gramos de peso, respectivamente, se han localizado en un tarro de vidrio mientras se documentaba la colección Salvador. El sobre del interior del frasco contenía una etiqueta incompleta y medio borrada donde todavía se podía leer Pe [d] ra [que ca] ygué d’un [..] [..] u es [..]en [..] y 1704.

La  familia Salvador fue un brillante linaje de boticarios y botánicos que desde comienzos del s. XVII hasta mediados del s. XIX reunieron una biblioteca y unas colecciones científicas muy importantes y que mantuvieron un gabinete de curiosidades en la trastienda de su antigua farmacia de la calle Ample de Barcelona.

Los gabinetes de curiosidades, que proliferaron en Europa desde el Renacimiento hasta la Ilustración, desempeñaron un papel fundamental en la elaboración y transmisión de conocimiento de la naturaleza durante tres siglos.

El espacio de la calle Ample ya no existe, pero el Instituto Botánico de Barcelona conserva todo el mobiliario y las estanterías, una biblioteca con más de 1.500 volúmenes, un herbario único con casi  5.000 pliegos, unos 14.000 especímenes de los reinos animal, vegetal y mineral, así como diarios de viaje y numerosa correspondencia, todo ello de un extraordinario valor científico.

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