El misterioso fenómeno de los relámpagos sísmicos

Redacción

Los terremotos a veces van acompañados por destellos luminosos. Este fenómeno, a veces descrito como relámpagos sísmicos, ha sido documentado en diversas ocasiones a lo largo de la historia, aunque no es muy usual.

Se han propuesto varias teorías para explicar los relámpagos sísmicos, y parece que varios factores contribuyen a tales emisiones de luz.

El equipo de Yuji Enomoto, de la Universidad Shinshu en Japón, ha llevado a cabo una nueva investigación sobre el enigma, centrada en los relámpagos sísmicos causados por los deslizamientos de tierra. Enomoto y sus colegas escogieron varias clases de rocas de las que están hechas montañas representativas de zonas de todo el Japón. Esos tipos de roca son: granito, roca piroclástica, riolita, caliza y serpentinita.

Enomoto y sus colegas han llegado a la conclusión de que las diferentes rocas tienen diferentes modos de generar relámpagos sísmicos. Por ejemplo, el granito es conocido por exhibir una notable fotoemisión debido al efecto piezoeléctrico del cuarzo en su interior.

Además, algunas rocas como la serpentinita no emiten relámpagos sísmicos en absoluto.

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Minúsculos relámpagos sísmicos generados en el laboratorio por impactos de distintos tipos de rocas. Arriba: granito (izquierda) y riolita. Abajo, roca piroclástica (izquierda) y caliza. (Fotos: Yuji Enomoto, Faculty of Textile Science and Engineering, Shinshu University)

Por otro lado, hay muchos casos en los que se han documentado anomalías electromagnéticas asociadas a los terremotos, mientras que la causa sigue siendo un misterio.

Durante el terremoto de magnitud 9.0 de Tohoku-Oki en 2011, la cantidad de electrones en la ionosfera aumentó repentinamente justo por encima del epicentro del terremoto, unos 10 minutos después de que este se produjera. Enomoto ha estudiado este incidente y ha propuesto un modelo de acoplamiento litosfera-hidrosfera-atmósfera-ionósfera en términos de generación de nieblas eléctricamente cargadas.

Ahora, Enomoto está tratando de averiguar por qué en 1995, durante el terremoto de Hyogo-ken Nanbu en Japón, el cielo de occidente que normalmente permanece oscuro se volvió más brillante de lo habitual, y el color cambió: púrpura azulado, después blanco y luego rojo.

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