La tragedia de una feria del libro

Redacción

Entre las varias ferias del libro que están en la disyuntiva de cancelar su edición de este 2020 o mantenerse a través de una programación virtual, e incluso de organizar una edición combinada, es decir que sea en parte presencial y en parte virtual, hay una que lucha por celebrarse a toda costa, se trata de la Feria Internacional del Libro de Coahuila que organiza el gobierno de Coahuila a través de la secretaría de Cultura. Nos cuentan que este 2020 representaba su consolidación internacional porque no sólo tiene a Italia como el País Invitado, sino además porque ya tenía confirmada la presencia de la escritora canadiense Anne Carson, quien acudiría a recibir el Premio Internacional Manuel Acuña en Lengua Española 2019 que le fue concedido por su trayectoria; la tragedia es más dura pues hace unos días, la poeta fue galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020 y eso ha llevado a los organizadores a reforzar la lucha por salvar la edición de este año y realizarla del 21 al 30 de agosto. Sí es lamentable, pues el Covid-19 ya los había obligado a reprogramarla, –originalmente se llevaría a cabo del 24 de abril al 3 de mayo. Es loable su ímpetu, pero debe caber la prudencia para no propiciar una verdadera tragedia.

Las estatuas se mueven en México

Desde que George Floyd murió cuando era arrestado por la policía, el 25 de mayo en Minneapolis, se han registrado protestas y resurgió el movimiento Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) y los manifestantes también han destruido estatuas total o parcialmente, de personajes históricos como Cristóbal Colón. Esas acciones han hecho eco en México: en Morelia, un grupo de personas buscó que la estatua de Fray Antonio de san Miguel Iglesias –en la que aparece junto a un esclavo– fuera removida. Ante eso, Cardiela Amezcua, secretaria de Cultura local, anunció con prontitud que, en efecto, la obra será removida. La resolución dividió opiniones que llegaron a las redes sociales: por una parte están aquellos que proponen que no sea retirada sino intervenida, mientras que otros señalan que la escultura es relevante porque forma parte de la historia del país y es necesario reconocer que la identidad mexicana es resultado de una mezcla. Si bien, se trató de un caso, si hay más situaciones como ésta en México, ¿quién decidirá el futuro de esas obras?, ¿grupos de ciudadanos, artistas o instituciones gubernamentales? y finalmente ¿deben las autoridades actuar con semejante prontitud a las demandas ciudadanas o abrir un debate del tema?

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